Este mapa revela los impactos de algunos proyectos mineros de metales y minerales "estratégicos" para la transición energética / This map reveals the impacts of some "strategic" metal and mineral mining projects for the energy transition.
[See English and French versions bellow]
El mapa visibiliza la insostenibilidad e injusticia ambiental y social de la transición energética que se impulsa hoy en día. Junto con el mapa temático, se publica un informe con 25 casos desarrollados con comunidades y grupos movilizados en el continente americano , y coordinado por el Atlas de Justicia Ambiental (EJAtlas) y Mining Watch Canada (MWC).
Los impactos y conflictos en torno de la transición energética no se limitan al continente americano, son globales. Este mapa es un primer esfuerzo que luego buscará ampliarse hacia otros continentes. No incluimos todos los casos mineros registrados en el EJAtlas para las Américas pero una selección que se ha revisada y actualizada. Existen muchos más territorios y grupos movilizados que ( aún) no aparecen en el mapa. Se invita a grupos y comunidades a sumarse a este esfuerzo de mapeo continuo. Por favor contactar con: [email protected].
Leer el informe (Castellano): https://miningwatch.ca/sites/default/files/informe_mapeoderesistencias.pdf
Sobre la leyenda del mapa interactivo. El mapa interactivo ofrece información complementaria sobre la superposición de estos proyectos mineros con áreas protegidas y áreas de escasez hídrica (ver leyenda para activar esas capas).
Principales Hallazgos del informe
Una transición energética extractivista
El Banco Mundial estima que durante los próximos 30 años será necesario extraer 3 mil millones de toneladas de minerales y metales para impulsar el proceso de transición energética mundial. Las proyecciones actuales estiman una alta demanda de seis minerales clave (litio, cobre, grafito, cobalto, níquel y tierras raras) para la fabricación de tecnologías eólicas y solar y las redes eléctricas, así como vehículos eléctricos y las baterías necesarias para descarbonizar el sector del transporte. Los promotores de la minería posicionan a la industria como un actor clave en la lucha contra la crisis climática alegan que una intensificación de la extracción de metales y minerales se imponen como urgentes y necesarios para evitar un aumento de la temperatura global por encima de los 2°C y avanzar hacia una economía global más “verde” y “sostenible”.
En esta narrativa, la minería es una actividad inevitable y urgente. Sin embargo, las comunidades de alrededor del mundo están dando la alarma, preocupadas por los costos ambientales y la vulneración de derechos asociados a la minería. Las comunidades están forjando alianzas para compartir historias y estrategias para presionar por una transición energética justa, una real transformación socio-ecológica que permita construir un un plan de vida distinto, que no afiance las mismas prácticas extractivas que han causado la emergencia climática en la que nos encontramos, ni una en la que se sacrifique la salud de ciertas comunidades y territorios para seguir manteniendo el sistema actual de producción y consumo en beneficio del Norte global.
A. ¿Metales y minerales para qué? ¿Y de dónde?
La sustitución del parque vehicular actual por coches eléctricos (que requiere seis veces más metales y minerales) y la descarbonización del sector del transporte requerirán, después de los materiales necesarios para la construcción de las redes eléctricas, las mayores cantidades de metales y minerales de la transición energética. Las tecnologías solar y eólica le siguen en las necesidades materiales.
La minería es en sí misma una actividad altamente intensiva en el uso de energía. Si bien se requieren muchos minerales y metales para la transición energética, los seis principales son: tierras raras, cobalto, grafito, níquel, cobre y litio. Todas las estimaciones apuntan al cobre como uno de los metales de mayor demanda para los actuales planes de transición energética, ya que aproximadamente el 76% de la demanda total de cobre (estimada para 2040) se destinará a la construcción de las redes eléctricas que abastecerán las energías renovables. Sin embargo, el cobre es un mineral mucho más abundante que otros metales y minerales como el grafito, el litio y el cobalto.
Para entender mejor dónde se extraen actualmente estos minerales y dónde es probable que se extraigan en el futuro, es importante tener en cuenta tanto la producción como las reservas actuales. El continente americano tiene una posición estratégica al concentrar los seis minerales críticos, especialmente del litio (concentra casi un tercio de la extracción global actual y casi tres cuartas partes de las reservas mundiales) y del cobre (más de la mitad de la extracción mundial).
B. El discurso del lavado verde (greenwashing)
Los mitos de la minería "verde", "sostenible" y "climáticamente inteligente" están ganando adeptos en todo el mundo. Las empresas pintan de verde sus actividades mineras y las presentan como la solución a la crisis climática con el fin de atraer inversores. Promueven los factores Ambientales, Sociales, y de Gobierno corporativo (ASG) vendiéndoles la promesa de que sus proyectos son y serán rentables en las próximas décadas debido a la urgencia de migrar a energías renovables. Se recalca frecuentemente la escasez y la alta demanda de estos minerales críticos en un esfuerzo por destacar el rol estratégico que desempeñan para proveer estos materiales claves. Firmas como Teck Resources hasta han firmado el Compromiso de Acción de París comprometiéndose a ser operadores neutros en carbono para el 2050.
Asimismo, los gobiernos nacionales se están apresurando a posicionar a sus países como fuentes de estos minerales críticos, promoviendo inversiones masivas en minería; muchos gobiernos del Norte y del Sur están haciendo hincapié en que estas inversiones en minerales estratégicos son un componente clave de su plan de recuperación económica posterior a la COVID-19.
C. Principales impactos sociales y ambientales de la minería
La minería a gran escala es una actividad de gran impacto socio-ambiental y es una de las actividades asociadas al mayor número de asesinatos de defensores ambientales en el mundo según Global Witness. Los proyectos mineros están aumentando la presión extractiva en ecosistemas y áreas especialmente frágiles y biodiversas como los salares y la Amazonía sin respeto a los derechos del ambiente y de las comunidades que habitan los territorios, a veces desde hace cientos o miles de años.
A pesar de ser presentados como proyectos mineros “verdes” varios de esos proyectos no son distintos, en su tamaño, ni técnicas previstas de extracción y procesamiento que las grandes minas ya existentes en el continente para la extracción de metales y minerales. Algunos impactos son:
Impactos en ecosistemas frágiles y (des)protegidos y en regiones clave para la regulación global del clima. Muchos proyectos mineros propuestos y en operación avanzan sobre espacios protegidos y en hotspots de biodiversidad, en la Amazonía ecuatoriana, bosques tropicales, en las zonas glaciares de Perú, en humedales designados por Ramsar como en Argentina, en los salares de Chile. La potencial afectación no se limita al espacio de extracción local, sino que también puede alcanzar cuencas hídricas y llegar a afectar especies endémicas o en riesgo de extinción. La frontera extractiva minera se expande asimismo con fuerza en la Amazonía, un ecosistema clave para la regulación global del clima.
Impactos sobre el agua y la vida. La minería -particularmente la del litio- es una actividad altamente intensiva en el uso de agua que amenaza la calidad y la cantidad de agua disponible para las comunidades y los ecosistemas. En algunas zonas áridas, como en Argentina, la escasez de agua ya es una realidad. Mientras las comunidades se enfrentan a emergencias hídricas, las operaciones mineras pueden superar el uso diario de agua de los habitantes de la región, lo que aumenta la presión sobre regiones ya áridas y pone en riesgo la disponibilidad de agua potable. La minería también es una fuente de contaminación del agua. Para producir una tonelada de litio en el salar de Atacama (Chile), se evaporan 2.000 millones de litros de agua, lo que perjudica considerablemente tanto la disponibilidad de agua como la calidad de las reservas subterráneas de agua dulce.
¿Qué queda? Residuos mineros. Solo una parte de lo que se extrae es procesado (con grandes cantidades de agua, químicos y energía) para la obtención de pequeñas cantidades de metales y minerales, lo que queda son desechos de roca. A nivel mundial y de la región existe una disminución sostenida de las leyes metales de los yacimientos mineros, lo que implica que para la obtención de pequeñas cantidades de metales se utilizan crecientes cantidades de recursos, lo que deja un enorme impacto ambiental debido a los productos metales pesados y tóxicos que tienen que ser tratados a perpetuidad. Para el proyecto de litio Authier en Quebec (Canadá) se pretende construir una mina a cielo abierto de 225 m profundidad lo que generará más de 60 millones de toneladas de residuos mineros. El proyecto minero de litio en Sonora, México será también a tajo abierto y generará 131 millones de toneladas de residuos durante los 20 años de producción, y 25 millones de toneladas de relaves húmedos.
Impactos en los modos de vida. En lugares como el Salar de Olaroz (Argentina) y el Salar de Atacama (Chile), la minería del litio ya está afectando a las tierras agrícolas y a las economías locales. En Bolivia, en el entorno del salar de Uyuni, las comunidades locales están preocupadas por los efectos negativos que la minería ya está teniendo en sus vecinos y lo que esto significa para el turismo y otras actividades agrícolas que sustentan sus modos de vida, como los cultivos de quinua, la crianza de llamas y la recolección de raíces, plantas y otras hierbas.
Afectación a los conocimientos tradicionales y el patrimonio cultural y lugares sagrados. Una gran parte de los conflictos documentados tienen lugar en territorios de pueblos indígenas de norte y sud del continente americano, poniendo en profundo riesgo lugares sagrados y cementerios, así como otras zonas de importancia cultural donde las comunidades cazan y recogen medicinas tradicionales.
Falta y ocultamiento de información, sin participación, sin respeto de la consulta de los pueblos. Un patrón recurrente en los proyectos mineros documentados es la poca información que se ofrece a las comunidades, con omisiones en algunos casos, impidiendo la participación significativa de las comunidades y, en el caso de las comunidades indígenas, violando su derecho al consentimiento libre, previo e informado. Al mismo tiempo, muchas empresas y gobiernos utilizan tácticas para dividir e intimidar a las comunidades y evitar que se organicen colectivamente.
Violencia y criminalización. Tres cuartas partes de los ataques a defensoras y defensores ambientales en el mundo denunciados por Global Witness en el 2020 han tenido lugar en América Latina, la minería siendo una de las actividades más violentas reportadas.
Los casos documentados reflejan las diferentes formas de violencia que se ejercen sobre las comunidades que se oponen al avance de la frontera extractiva en sus territorios. Desde la falta de reconocimiento de las comunidades y sus cosmovisiones, así como otras formas de violencias como amenazas, intimidación, hostigamiento, y falsas acusaciones a defensorxs del agua y del territorio. Las comunidades también señalan procesos de cooptación y división interna por parte de la industria minera. En algunos casos, la policía o el ejército han sido desplegados para apoyar el desarrollo minero.
Necesitamos otro tipo de transición energética. Las voces de las comunidades de base, expertxs, académicxs y activistas están siendo ignoradas en los planes para una transición energética global. Una transición que dependa en gran medida de la extracción de nuevos metales y minerales sin que se planteen preguntas clave como energía para qué, para quién y a qué coste socio-ambiental no hará sino reforzar las injusticias y la insostenibilidad que nos han llevado a la crisis climática en la que nos encontramos. La eficiencia o el reciclaje son componentes necesarios para abordar la crisis climática pero estas estrategias por sí solas no resolverán la creciente demanda de estos materiales. Por lo tanto, para una transición justa resulta ineludible reducir significativamente el consumo de materiales y energía, especialmente en el norte global, y actuar una real transformación socio-ecológica.
“Entendemos que todos debemos estar comprometidos con la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, esta lucha no puede utilizarse como una excusa más para destruir la tierra nativa. No podemos proteger el medio ambiente destruyéndolo”
Declaración de Atsa koodakuh wyh Nuwu (Pueblo de Red Mountain) a la mina de litio a cielo abierto Thacker Pass propuesta por Lithium Nevada Corp
“Sus propuestas de “transición energética” no significan ningún cambio de modelo y repiten las mismas estructuras coloniales y de acumulación de capital que la industria minera reproduce en el mundo”.
Declaración de la Red Mexicana de Afectada/os por la Minería (REMA)
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ENGLISH VERSION
This map makes visible the social and environmental unsustainability and injustice of the energy transition that is currently promoted. With this interactive map we are also publishing a report with 25 cases developed with communities and mobilized groups from the Americas, coordinated by the Environmental Justice Atlas (EJAtlas) and MiningWatch Canada (MWC). The impacts and conflicts of the energy transition are not limited to the American Continent but are global. This map is a first effort that aims to expand to other continents. We are not including all mining cases registered in the EJAtlas in the Americas, but those that have been reviewed and updated. There are many more territories and groups mobilized that don´t appear in this map. We invite groups and communities to join the permanent mapping. You can contact us here: [email protected].
Read report (English): https://miningwatch.ca/publications/2022/3/4/mapping-community-resistance-impacts-mining-energy-transition-americas
About the legend of the interactive map. The interactive map offers complementary information about the overlap of mining projects with protected areas, and water scarce areas (activate this information in the map legend)
Main findings of the report
An extractivist energy transition
The World Bank estimates that over the next 30 years, more than three billion tons of metals and minerals will need to be mined to power the energy transition. Six key minerals (lithium, copper, graphite, cobalt, nickel, and rare earth metals) will be required in significant quantities to build wind turbines and solar panels and the electric grids that sustain them, as well as electric vehicles and the batteries necessary to decarbonize the transportation sector. Proponents of mining position the industry as a key player in the fight against the climate crisis, claiming that without the metals and minerals that make renewable energy possible, our world has no hope of limiting global warming to even 2 ℃ . And, proponents say, with technological advances in the mining industry, it’s now possible to limit environmental impacts and essentially make mining “green.’ Within this narrative, mining is seen as both unavoidable and urgent. However, communities across the world are sounding alarm bells, concerned about the well-documented human rights and environmental costs of mining. Communities are forging alliances to share stories and strategies to push for a just energy transition — one that doesn’t further entrench the same extractivist practices that have caused the climate emergency in the first place, nor one in which the health of certain communities is sacrificed to allow for continued over-consumption, largely driven by the Global North.
A. Metals and minerals for what? From where?
After the construction of electricity grids, replacing conventional cars with electric cars — which require six times the amount of metals and minerals — and an overall decarbonization of the transportation sector will require the largest amounts of metals and minerals of the energy transition. Renewable energies (solar and wind) follow in the material requirements. Mining is itself very energy-intensive. While many metals are required, the six key ones are: rare earth metals, cobalt, graphite, nickel, copper, and lithium. Copper will be the most highly in demand mineral for the energy transition, with approximately 76% of total copper demand (estimated for 2040) going towards the electric grids to support renewable energy.
To better understand where these minerals are currently being mined and where they will likely be mined in the future, it is important to take into account both current production and reserves. The Americas are an important source for all six critical minerals, but especially lithium (a third of actual production and over 70% of world’s reserves and resources) and copper (over half of the world’s production and reserves). TheAmericas also hold a significant proportion of the world's known reserves of rare earth metals (about 19%),graphite (about 23%), and nickel (about 26%). Congo and Australia contain over 70% of the world reserves for cobalt.
B. The greenwahsing discourse
Myths of “green,” “sustainable” and “climate smart” mining are gaining traction across the world. Companies are painting their mining activities as being part of the solution to the climate crisis, attracting investors by promoting their own Environmental Social and Governance (ESG) factors and promising massive profitability of their projects due to the urgency of transitioning to renewable energy. Companies point to an undersupply of these critical minerals in an effort to show the strategic role they play in filling the gap. Some companies, like Teck Resources, have even signed on to the Paris Agreements, committing themselves to be carbon-neutral by 2050.
Likewise, national governments are rushing to position their countries as sources for these critical minerals,promoting massive investments in mining; many governments from both North and South are emphasizing that these investments in strategic minerals are a key component of their post-COVID-19 economic recovery plan.
C. Key social and environmental impacts of mining
Large scale mining generates intense socio-environmental impacts and, according to Global Witness, is linked with the highest number of killings of environmental defenders worldwide. Mining projects are encroaching on more and more fragile and biodiverse ecosystems like the Amazon and the Salares, without recognition of the rights of local communities who inhabit these territories — many of whom have lived in these regions for hundreds, if not thousands of years. While companies are marketing these mines as“green,” many mines are the same size and use the same techniques to extract minerals as the large-scale mines that already exist on the continent. Some impacts include:
Impacts on fragile and (un)protected ecosystems that regulate our global climate. Many of the current and proposed mining projects are built in recognized protected areas and biodiversity hotspots. Projects are quickly expanding into the Ecuadorian Amazon and rainforests, glacial areas in Peru,the salt flats in Chile and other Ramsar-designated wetlands in Argentina and connected river systems —areas that play important roles providing fresh water and sustaining flora and fauna. The environmental impacts of mining are felt much beyond the immediate area of the project, affecting entire regions through watersheds, placing biodiversity and species at risk of extreme harm and, in some cases, even extinction. Furthermore, resource extraction can harm the ecosystems that play an important role regulating our global climate, such as the case with the Amazon.
Impacts on Water. Mining — particularly for lithium — is a water-intense activity that can endanger the quality and quantity of water available to communities. In some arid areas, like in Argentina, water shortages are already a reality.While communities face water emergencies, mining operations can exceed the daily water usage of the inhabitants of the region, putting further pressure on already-arid regions and putting at risk the availability of drinking water. Mining is also a source of water pollution. To produce one ton of lithium in the salt flats inAtacama (Chile), 2,000 tons of water are evaporated, causing significant harm to both the availability of water and the quality of underground fresh water reserves.
What's left? Waste. Only a small portion of what is mined is valuable metal; the remainder is left behind as mine tailings and waste rock. Worldwide and in the Americas, there is a sustained decrease in the ore grades of mining deposits, which implies that increasing amounts of resources are used to obtain small amounts of metals,leaving an enormous environmental impact including toxic chemicals that have to be treated in perpetuity.The proposed Authier lithium project in Quebec (Canada) seeks to build a 1km long, 225m-deep open-pit mine and generate 60 million tons of mining waste. The proposed Sonora open-pit lithium mine in Mexicowill generate 131 million tons of waste over the course of 20 years of production, with 25 million tons of wet tailings.
Impacts on traditional livelihoods. In places like Salar de Olaroz (Argentina) and Salar de Atacama (Chile), lithium mining is already impacting agricultural lands and local economies. In Bolivia, near the salt flat of Uyuni, local communitie sare concerned about the negative effects mining may have on tourism and other agricultural activities that sustain their livelihoods, such as the production of quinoa, the raising of llamas, and the harvesting of roots,plants, and other herbs.
Impacts on traditional knowledge and cultural heritage /sacred places. Many of the current and proposed mines are operating in Indigenous territories across the Americas, putting at risk sacred sites and burial grounds, as well as other culturally important areas where communities hunt and gather traditional medicines.
Lack of information and public consultation. Across the documented cases, companies provided little to no information about their projects, preventing meaningful community participation and, in the case of Indigenous communities, violating their rights to free, prior and informed consent. At the same time, many companies and governments are using tactics to divide and intimidate communities to prevent cohesive organizing.
Violence and criminalization. Three quarters of the attacks reported by Global Witness in 2020 were against environmental defenders inLatin America — many of whom were defending their communities from mining projects. Common issues include: a lack of recognition of the rights of communities, their livelihoods and worldviews, as well as other forms of violence, such as direct threats, intimidation, and false charges filed against environmental defenders. Communities also report attempts by the mining industry to co-opt and divide communities. In some cases, the police or military have been deployed to support mining development.
We need a different kind of energy transition. The voices of grassroots communities, experts, academics, and activists are being ignored in the plans for a global energy transition. A transition that heavily depends on mining new materials without considering materials and energy for what, for whom, and at what socio-environmental costs will only reinforce the injustices and unsustainability that have led us to the climate crisis in the first place. Improved efficiency and recycling of materials are necessary components in the transition, but these strategies alone will not address the growing demand for these materials. Significant reductions in material and energy consumption, particularly in the Global North, are a key component to a just transition.
“We understand that all of us must be committed to fighting climate change. Fighting climate change, however, cannot be used as yet another excuse to destroy native land.We cannot protect the environment by destroying it.”
Statement by the Atsa koodakuh wyh Nuwu (the People of Red Mountain)
“The current proposal for an ‘energy transition’ is not a paradigm shift. It repeats the same structures of colonialism and capital accumulation that the mining industry replicates around the world.”
Statement by the Mexican Network of People Affected by Mining (REMA)
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VERSION FRANÇAISE
Cette carte rend visible la non-durabilité et l'injustice environnementale et sociale de la transition énergétique qui est promue aujourd'hui. En plus de la carte thématique, un rapport est publié avec 25 cas développés avec des communautés et des groupes mobilisés sur le continent américain, et coordonné par l'Atlas de la justice environnementale (EJAtlas) et MiningWatch Canada (MWC).
Les impacts et conflits autour de la transition énergétique ne se limitent pas au continent américain, ils sont mondiaux. Cette carte est un premier effort qui cherchera plus tard à s'étendre à d'autres continents. Nous n'incluons pas tous les cas miniers enregistrés dans l'EJAtlas pour les Amériques, mais une sélection qui a été revue et mise à jour. Il y a beaucoup plus de territoires et de groupes mobilisés qui n'apparaissent pas (encore) sur la carte. Nous invitons les groupes et les communautés à en lutte contre d'autres projets à se joindre à cet effort de cartographie en cours. Si vous êtes intéressés, veuillez contacter : [email protected].
Lire le résumé du rapport en français: https://miningwatch.ca/sites/default/files/fr_backgrounder_mapping_the_mining_impacts_of_the_energy_transition.pdf
A propos de la légende de la carte interactive. La carte interactive offre des informations complémentaires sur la superposition de ces projets miniers avec les aires naturelles protégées et les zones de stress hydrique (voir la légende pour activer ces couches).
Principales Hallazgos del informe
Una transition énergétique extractiviste
La Banque mondiale estime qu’au cours des 30 prochaines années, il faudra extraire plus de 3 milliards de tonnes de métaux et de minéraux pour alimenter la transition énergétique. Une grande quantité de six des minéraux dits « critiques » (lithium, cuivre, graphite, cobalt, nickel et terres rares) sera nécessaire pour construire des éoliennes et des panneaux solaires, les réseaux électriques qui les alimentent, ainsi que les véhicules électriques et les piles nécessaires à la décarbonisation du secteur des transports. Les partisans de la filière minière présentent cette industrie comme un acteur important dans la lutte contre le changement climatique. Ils affirment que sans les métaux et les minéraux qui rendent les énergies renouvelables possibles, notre monde n’a aucun espoir de limiter le réchauffement climatique à 2℃. Et, selon ces partisans, grâce aux progrès technologiques de l’industrie minière, il est désormais possible de limiter les impacts environnementaux et de rendre l’extraction minière essentiellement « verte ».
Dans ce contexte, l’extraction minière est considérée comme inévitable et urgente. Cependant, les collectivités du monde entier tirent la sonnette d’alarme. Elles sont préoccupées par les coûts engendrés par l’industrie minière en matière de droits humains et environnementaux, coûts bien documentés. Les collectivités forgent des alliances pour partager leurs histoires et leurs stratégies afin de faire pression pour une transition énergétique juste. Une transition qui ne renforce pas les pratiques extractivistes à l’origine du changement climatique, ni une transition dans laquelle la santé de certaines collectivités est sacrifiée pour permettre la poursuite de la surconsommation, largement induite par les pays du Nord.
A. Métaux et minéraux. À quelles fins? Et d’où proviennent-ils?
L’Agence internationale de l’énergie estime que d’ici 2040, les énergies renouvelables comme l’énergie éolienne et solaire représenteront quelque 82 % de la demande totale de métaux et de minéraux. Une autre partie importante des métaux sera consacrée au remplacement des voitures à essence par des voitures électriques (qui nécessitent six fois plus de métaux et de minéraux) et à la décarbonisation globale du secteur des transports. Les activités minières sont elles-mêmes très gourmandes en énergie. De nombreux métaux sont nécessaires, mais six des principaux incluent les terres rares, le cobalt, le graphite, le nickel, le cuivre et le lithium. Le cuivre deviendra le minéral le plus convoité dans le cadre de la transition énergétique, avec environ 76 % de la demande totale destinée aux infrastructures et aux réseaux électriques pour le soutien des énergies renouvelables.
Pour mieux comprendre où ces minéraux sont actuellement extraits et où ils le seront probablement à l’avenir, il faut prendre en compte à la fois la production actuelle et les réserves. Les Amériques sont une source importante des six minéraux identifiés dans le rapport, mais surtout du lithium (un tiers de la production actuelle et près de 70 % des réserves et des ressources mondiales) et du cuivre (plus de la moitié de la production et des réserves mondiales). Les Amériques recèlent également une proportion significative des réserves mondiales en terres rares (environ 19%), en graphite (environ 23%) et en nickel (environ 26%). Le Congo et l'Australie dominent pour leur part les réserves mondiales de cobalt.
B. Les arguments de l’écoblanchiment
Les mythes d’une exploitation minière « verte », « durable » et « intelligente sur le plan climatique » gagnent du terrain dans le monde entier. Les entreprises présentent leurs activités minières comme faisant partie de la solution au changement climatique. Elles attirent les investisseurs en valorisant leurs propres facteurs en matière d’environnement, de société et de gouvernance (ESG). En outre, elles promettent une rentabilité maximale de leurs projets en raison de l’urgence de la transition vers les énergies renouvelables. Les entreprises, tablant sur l’insuffisance de l’offre en matière de minéraux essentiels, s’attribuent un rôle stratégique pour y pourvoir. Certaines entreprises, comme Teck Resources, ont même signé les Accords de Paris, s’engageant à être carboneutres d’ici 2050.
De leur côté, les gouvernements nationaux s’empressent de présenter leurs pays comme une réserve de minéraux stratégiques, favorisant ainsi des investissements massifs dans l’industrie minière. De nombreux gouvernements du Nord et du Sud soulignent même qu’investir dans les minéraux stratégiques est un élément capital de leur plan de relance économique post-COVID-19.
C. Principaux impacts sociaux et environnementaux de l’activité minière
L’extraction minière à grande échelle génère des impacts socio-environnementaux majeurs. Selon Global Witness, elle est liée aux meurtres de plus en plus nombreux de défenseurs de l’environnement dans le monde. Les projets miniers empiètent sur des écosystèmes de plus en plus fragiles et riches en biodiversité comme l’Amazonie et les marais salants (salares), sans reconnaissance des droits des collectivités qui habitent ces territoires. Un grand nombre de ces collectivités vivent dans ces régions depuis des centaines, voire des milliers d’années. Alors que les entreprises qualifient leurs mines de « vertes », un grand nombre d’entre elles sont pourtant de même envergure et utilisent les mêmes techniques d’extraction des minéraux que les grandes mines d’or, d’argent et de cuivre du continent. Parmi les impacts, citons:
Les impacts sur les écosystèmes fragiles et non protégés, et sur les régions qui régulent le climat de notre planète. Un grand nombre des projets miniers actuels et projetés sont situés dans des zones protégées reconnues et des zones sensibles en matière de biodiversité. Les projets se multiplient rapidement en Amazonie équatorienne et dans les forêts tropicales, dans les zones glaciaires du Pérou, dans les salines du Chili, dans les zones humides désignées par Ramsar et leurs réseaux fluviaux interreliés. Ces zones jouent un rôle important dans l’approvisionnement en eau douce et dans le maintien de la flore et de la faune. Les effets de l’activité minière sur l’environnement se font sentir bien au-delà de la zone immédiate du projet. Ils touchent des régions entières par le biais des bassins versants, mettant la biodiversité et les espèces en péril et, dans certains cas, en voie d’extinction. En outre, l’extraction des ressources nuit aux écosystèmes qui jouent un rôle important dans la régulation du climat planétaire, comme c’est le cas en Amazonie.
Les impacts sur l’eau. L’extraction minière — en particulier celle du lithium — est une activité gourmande en eau qui met en danger la qualité et la quantité d’eau dont disposent les collectivités. Dans certaines zones arides, comme en Argentine, la pénurie d’eau est déjà une réalité. Alors que les collectivités sont confrontées à de graves pénuries d’eau, les opérations minières peuvent dépasser la consommation d’eau quotidienne des habitants de la région, ce qui accentue la pression sur des régions déjà arides et met en péril la disponibilité de l’eau potable. Pour produire une tonne de lithium dans les salines d’Antofagasta (Chili), 2.000 tonnes d’eau sont évaporées, ce qui nuit considérablement à la disponibilité de l’eau et à la qualité des réserves d’eau douce souterraines.
Que reste-t-il? Des déchets. Seule une petite partie de ce qui est extrait du sous-sol est utile à la société, laissant derrière de grandes quantités de résidus et de déchets miniers souvent toxiques. Dans le monde entier, comme dans les Amériques, on observe une diminution constante de la teneur en minerai des gisements extraits, ce qui signifie que non seulement les volumes de déchets miniers augmentent, mais également que des quantités croissantes d’eau, d’énergie et de produits chimiques sont nécessaires pour obtenir des quantités de plus en plus petites de métaux et de minéraux utilisés dans les produits finis. Le potentiel de recyclage et de réutilisation de ces immenses volumes de déchets miniers demeure très faible. Conséquemment, pour chaque tonne de minéraux «vierges » ou « primaires » utilisée, la planète écope d’un impact environnemental énorme. Le projet de lithium à Authier, au Québec (Canada), vise à construire une mine à ciel ouvert d’un kilomètre de longueur, 225m de profondeur, ce qui générerait 60 millions de tonnes de déchets miniers. Le projet de mine de lithium à ciel ouvert à Sonora, au Mexique, générera 131 millions de tonnes de déchets au cours des 20 années de production, dont 25 millions de tonnes de résidus miniers boueux.
Les impacts sur les moyens de subsistance traditionnels. Dans des endroits comme les marais salants d’Olaroz (Argentine) et ceux d’Atacama (Chili), l’extraction du lithium occasionne déjà des répercussions sur les terres agricoles et les économies locales. En Bolivie, près des marais salants d’Uyuni, les collectivités locales s’inquiètent des effets négatifs de l’industrie minière sur le tourisme et les activités agricoles qui assurent leur subsistance, comme la production de quinoa, l’élevage de lamas et la récolte de racines, de plantes et d’herbes aromatiques et médicinales.
Les impacts sur les savoirs traditionnels, le patrimoine culturel et les lieux sacrés. Un grand nombre des mines actuelles et projetées sont exploitées dans des territoires autochtones à travers les Amériques. Elles mettent en danger des sites sacrés et des lieux de sépulture, ainsi que des zones culturellement importantes où les collectivités chassent et récoltent des plantes médicinales traditionnelles.
Le manque d’information et de consultation publique. Dans tous les cas documentés, les entreprises n’ont pas fourni suffisamment d’information sur leurs projets, empêchant ainsi une participation effective des collectivités et, dans le cas des Nations autochtones, violant leurs droits au consentement préalable, libre et éclairé. Par ailleurs, de nombreuses entreprises et gouvernements utilisent des tactiques pour diviser et intimider les collectivités afin d’empêcher toute organisation cohésive.
La violence et la criminalisation. En 2020, en Amazonie péruvienne et brésilienne, les trois quarts des attaques signalées par Global Witness visaient des défenseurs de l’environnement dont beaucoup défendaient leurs collectivités contre des projets miniers. Parmi les problèmes communs, on compte le manque de reconnaissance des droits des collectivités, de leurs moyens de subsistance et de leurs visions du monde. À cela, il faut ajouter d’autres formes de violence, comme les menaces directes, l’intimidation et les fausses accusations portées contre les défenseurs de l’environnement. Les collectivités rapportent également que l’industrie minière tente de contrôler et de diviser les collectivités. Dans certains cas, la police ou l’armée sont déployées pour soutenir le développement minier.
Un autre type de transition énergétique est nécessaire. Les voix des collectivités touchées, des experts, des universitaires et des militants demeurent largement ignorées dans le développement des stratégies actuelles pour une transition énergétique mondiale. Une transition qui dépendrait largement de l’extraction de nouveaux minéraux sans tenir compte de la finalité, des coûts socio-environnementaux et de l’énergie consommée au cours du processus ne feront que renforcer les injustices et l’absence de viabilité qui nous ont conduits à la crise climatique actuelle. Une plus grande efficacité et le recyclage des métaux et des minéraux sont des éléments nécessaires à la transition, mais ces stratégies ne suffiront pas à répondre à la demande croissante. Des réductions significatives de la consommation des minéraux et d’énergie, en particulier dans les pays du Nord, sont un élément incontournable d’une transition juste.
« Nous savons que nous devons tous nous engager dans la lutte contre le changement climatique. Cependant, cette lutte ne doit pas servir de prétexte, une fois encore, pour détruire les terres autochtones. Nous ne pouvons pas protéger l’environnement en le détruisant. »
Déclaration de l’Atsa koodakuh wyh Nuwu (le peuple de Red Mountain), lors de son opposition à la mine de lithium à ciel ouvert de Thacker Pass projetée par Lithium Nevada Corp.
« La proposition actuelle de “transition énergétique” n’est pas un changement de paradigme. Elle répète les mêmes structures de colonialisme et d’accumulation du profit-à-tout prix que l’industrie minière reproduit dans le monde entier »
Déclaration du réseau mexicain des personnes touchées par l’industrie minière (REMA)
Agradecimientos/Acknowledgments/Remerciements
Esta investigación fue posible gracias al apoyo de / This research was made possible thanks to the support / Cette recherche a été rendue possible grâce au soutien de: EJAtlas, MiningWatch Canadá, el proyecto ENVJustice (ERC Advanced Grant GA 695446), Balzan Prize 2020, 11th Hour Project, ECHO Foundation, Ford Foundation, Indigenous Environmental Network, Western Mining Action Network.
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